Éxodo 20:4-5
Miércoles 13 de Enero del 2010
Tema del Mes: Los 10 Mandamientos
Tema de la semana: No te harás imágenes con el fin de adorarlas.
Éxodo 20:4-5
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.
Dios nos hizo. Sabe cómo somos. Sabe que dentro de nuestra naturaleza humana existe la necesidad de ver, palpar, para así poder estar seguros (así como en el caso de Tomás). Sabe que nosotros nos pasamos de los límites y que podemos ser fácilmente persuadidos con trucos baratos. Este asunto de no hacernos imágenes es simplemente porque es demasiada tentación para nosotros. Una de las cosas que me sorprenden al conocerme con un radioescucha por primera vez, es que me digan, “Usted no es Hno. Ricardo”. Esto sucede, porque al escuchar mi voz en la radio, pintaron para sí mismos una imagen de mí en sus mentes. Estaban seguros de que yo era hispano, chaparro con mucho cabello. Y cuando se encuentran con un anglosajón, alto y pelón, no me pueden aceptar. Atribuyen mi voz a una imagen que se hicieron en sus mentes. Lo mismo hacemos nosotros con Dios. Es Él quien nos da todo, pero nosotros atribuimos Su generosidad a otras cosas como el dinero, una carrera, nuestra propia inteligencia. Esto no es aceptable, ni lo debe ser. No es justo. Dios debe ser (porque es lo correcto), el único recipiente de nuestra adoración. Podemos agradecer a otros por ser los instrumentos que Dios utiliza para ayudarnos, pero no adorarles, porque Dios es el único digno de adoración.
Éxodo 20:4-5
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.
Dios nos hizo. Sabe cómo somos. Sabe que dentro de nuestra naturaleza humana existe la necesidad de ver, palpar, para así poder estar seguros (así como en el caso de Tomás). Sabe que nosotros nos pasamos de los límites y que podemos ser fácilmente persuadidos con trucos baratos. Este asunto de no hacernos imágenes es simplemente porque es demasiada tentación para nosotros. Una de las cosas que me sorprenden al conocerme con un radioescucha por primera vez, es que me digan, “Usted no es Hno. Ricardo”. Esto sucede, porque al escuchar mi voz en la radio, pintaron para sí mismos una imagen de mí en sus mentes. Estaban seguros de que yo era hispano, chaparro con mucho cabello. Y cuando se encuentran con un anglosajón, alto y pelón, no me pueden aceptar. Atribuyen mi voz a una imagen que se hicieron en sus mentes. Lo mismo hacemos nosotros con Dios. Es Él quien nos da todo, pero nosotros atribuimos Su generosidad a otras cosas como el dinero, una carrera, nuestra propia inteligencia. Esto no es aceptable, ni lo debe ser. No es justo. Dios debe ser (porque es lo correcto), el único recipiente de nuestra adoración. Podemos agradecer a otros por ser los instrumentos que Dios utiliza para ayudarnos, pero no adorarles, porque Dios es el único digno de adoración.
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